
Caroline Releigh vive en toronto y se le ocurrió pintar de naranja neón una bicicleta que hacía semanas que estaba abandonada en la calle. Para darle alegría a la calle, la pintó y la decoró con flores, atrayendo a ciudadanos y turistas encuriosidos. Llamó tanto la atención que el ayuntamiento le envió una carta pidiéndole que retirara la bicicleta porque está prohibido estacionarlas en lugares público no habilitados para aparcar.

A través del Tumblr de Caroline, solicitó a la gente que la apoyara para no tener que retirar la bicicleta. Lo consiguió, pero no sólo esto, sino que al final resultó tan exitoso que ahora podemos encontrar docenas de bicicletas pintadas de colores neón repartidas por todo Toronto, convirtiéndose así en un elemento decorativo de la ciudad.

Sin dudad se trata de una propuesta muy graciosa para alegrar las calles de una ciudad que, a simple vista, resulta chocante, pero es curioso ver como algo que empieza siendo una iniciativa individual, gracias al colectivo, se convierte en algo identificativo de esa ciudad.